Herencia del pasado, relevo del futuro
Por: Yusarys Benito Deliano (estudiante de Periodismo)
Antes del triunfo revolucionario era un sueño la educación gratuita en Cuba. Pocos tenían el privilegio de asistir a una escuela, preocupación plasmada en el alegato de autodefensa del Comandante Fidel Castro, cuando mencionó los seis problemas fundamentales que debía resolver la Revolución.
Fue así que llegó el 1ro de enero de 1959 y con la alegría de la victoria comenzó a cumplirse el programa del Moncada. Dos años más tarde, el 22 de diciembre, se declara el país: Territorio Libre de Analfabetismo.
Leer y escribir fue solo el comienzo. Luego se empezaron a construir centros educacionales destinados a la formación artística, el deporte, la medicina; todos con la premisa de educar hombres con una adecuada cultura general integral.
En el año 1967, con la fundación de la Universidad “Ignacio Agramonte Loynaz” inician los estudios superiores en la provincia de Camagüey. Cincuenta años han transcurrido desde aquel entonces y no son pocos los logros en materia de educación.
Cinco carreras de Excelencia, seis programas de maestrías con categorías de excelencia y ocho certificados por la Junta de Acreditación Nacional, muestra la profesionalidad de más de 1500 profesores, de ellos 245 doctores y más de 900 másteres en ciencias.
Además de los pedagogos, los estudiantes se suman al proceso de enseñanza de manera activa y destaca la labor del movimiento de Alumnos Ayudantes con representación en todas las carreras de la casa de altos estudios.
De igual modo, la conformación del Contingente “Leonela Reyli Díaz” para responder al déficit de maestro en la provincia demuestra el compromiso de los universitarios agramontinos.
En todas las facultades existe una representación numerosa de escolares dispuestos a impartir las asignaturas de español, Historia de Cuba, Matemática y Física en los centros educacionales con baja cobertura docente.
A lo anterior podemos sumar la impartición de otras temáticas que contribuyen en la educación de los adolescentes de secundaria y preuniversitario.
El pasado nos legó un programa que nos dignificó como hombres, que nos hizo más libres y hoy nos permite exhibir logros en cada esfera del desarrollo de nuestra Revolución.
Fotos: Alexei Nápoles González