Aplausos que ellos también merecen

Aplausos que ellos también merecen

4 julio, 2021 Noticias 0

Hay mucha gente en Cuba irresponsables ante el cumplimiento de las medidas para evitar adquirir la Covid-19, una pandemia que vive hoy sus mayores altas de incidencia de confirmados y fallecidos en la mayor de las Antillas.

Hay muchas personas que lamentablemente solo se atemperan a cumplir con los protocolos y medidas cuando un familiar, amigo cercano o compañero de trabajo enferma, en el peor de los casos muere. Gente que solo demuestra juicio cuando quizás es tarde, porque clasifica como contacto de algún caso confirmado. Tristemente, Cuba está llena de todo eso.

Ah, pero hay un mar de pueblo comprometido y empujando para salir victoriosos ante esta complicada situación epidemiológica, cubanos que con su labor y actuar alegran y llenan de optimismo y fuerza a una isla que ya ha perdido muchos hijos a causa del SARS-CoV2. Para suerte, en esta nación también habitan muchísimas personas responsables y aportando su pedacito a esta batalla para darle vida y esperanza a cada uno de sus pobladores, sean residente en el país, viajeros, turistas o extranjeros.

Claro, el TOP TEN lo encabeza, sin dudas, el personal del sector de la salud, que en todos los escenarios entrega largas jornadas de trabajo, estrés y enfrentamiento a los mayores peligros de enfermarse, a cambio de curarnos, salvarnos y protegernos del virus.

En esa avanzada resaltan igualmente los científicos, con miles de horas de desvelo, para llenar de amor, ciencia y eficacia los bulbos de las Soberanas, Abdala y Mambisa, o los investigadores que ayudan con modelos matemáticos a la predición del comportamiento de la enfermedad, la optimización de los recursos y a una mejor toma de decisiones.

Está la tropa que produce alimentos, el profe que no ha paradado de enseñar por teleclase o redes sociales, el team de la limpieza, el joven de medicina o cualquier otra rama que pesquiza, fumiga, funciona como mensajero o voluntario en los centros de aislamiento.

Está el que vela por la tranquilidad ciudadana, el periodista que no descansa y desde la calle o la casa nos mantiene informado, y desde hace un tiempo, están igualmente, quienes de forma voluntaria participan desde distintas funciones en el proceso de intervención sanitaria. En fin, hay mucha gente en Cuba también a quienes aplaudir y dar las gracias.

En ese barco lleno de aplusos y gracias monto otra vez a la comunidad universitaria hija de El Mayor, hija del primer centro de educación superior creado por la Revolución Cubana. Sí, en ese barco subo a esa masa de profesores, trabajadores no docentes, directivos y estudiantes de la Universidad de Camagüey, que desde el mismo inicio de la intervención sanitaria en el municipio agramontino, no han dudado en estar allí al pie del cañón, al pie de la computadora, para teclear desde bien temprano en la mañana cada planilla de los vacunados y propiciar una correcta, efectiva y rápida digitalización de los vacunatorios pertenecientes a los consultorios médicos de las disímiles áreas de salud.

Es que los universitarios camagüeyanos no han creído en la lejanía de sus casas y el aplazamiento de funciones en el hogar, la disminución de las horas de sueño, el perderse todo el accionar que vive el fútbol en América y Europa, el sumar esta importante y humanitaria tarea de la digitalización a sus actividades docentes que con rigor y calidad también deben cumplir, la ocurrencia de un fenómeno meteorológico y mucho menos en el temor al contagio, aunque en cada local de trabajo se vela en demasía por el cumplimiento de las medidas higiénico-sanitarias.

Como en otras batallas por la vida y el desarrollo socioeconómico de la provincia y el país, he visto en estos más de 16 meses de la trágica pandemia una Universidad valiente frente a todas las dificultades, una institución docente y científica muy firme y dando siemrpe su paso al frente ante todas las misiones en la que se ha necesitado la fuerza de esta solidaria, humana y comprometida Alma Máter.

Quienes esculpen de orgullo con su accionar el nombre que porta esta institución docente: Ignacio Agramonte Loynaz, han distribuido alimentos y medicamentos a familias vulnerables, han estado en la Zona Roja donde el virus acecha con más fuerza, han sembrado yuca, boniato, plátano, pesquisado repartos enteros y ahora durante julio y agosto, ocupan locales de su casa de altos estudios y del IPVCE Máximo Gómez Báez, para llevar a cabo el importante levantamiento demográfico de los vacunados. A estos rostros de la digitalización también el aplauso y las gracias.

Por: Alexei Nápoles González

Fotos: Varios autores

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