La biodiversidad y las grietas que deben cerrar
Y llegamos a junio, pareciera mentira, pero estamos aquí, entre ataques, agravamiento de injustas sanciones, incendios, actos terroristas, profundos cambios climatológicos y una pandemia sin precedentes en este siglo, llegamos a junio, y estamos aquí con la fe en la vida y en el mejoramiento futuro llevada a su máxima expresión para ver si después de tan duros golpes la humanidad aprende a cuidar su esencia, la naturaleza.
Resulta contraproducente cavar grietas en el entorno que nos ha dado la subsistencia; es un secreto a voces el hecho de que el ser humano en su afán de dominio y hegemonía destruye la naturaleza, esa que nos dio todo cuando lo primitivo reinaba e incuso que no los brinda ahora cuando la tecnología y los avances consumen a los seres, dediquemos un minuto de este aislamiento social a una reflexión necesaria sobre cómo podemos cuidar y retribuir los beneficios que brinda la madre natura, celebremos así el Día Internacional del Medio Ambiente este 5 de junio.
La gran variedad de alimentos que ingerimos, el aire que respiramos, el agua indispensable que bebemos, el clima que nos mantiene en pie, el suelo que pisamos
y el sol que ilumina, es un disfrute gracias a los servicios que el ecosistema, desinteresadamente, ha puesto en mano de todos, sin embargo, se manosea tales beneficios al antojo de unos pocos y en detrimento de otros muchos que quedan desamparados o bien poco protegidos.
Un claro ejemplo, anualmente las plantas marinas producen más de la mitad del
oxígeno de nuestra atmósfera y un árbol es capaz de limpiar nuestro aire absorbiendo 22 de kilos de dióxido de carbono y liberando oxígeno a cambio, ¿qué relación existe entre hombre naturaleza? ¿cuál es el agradecimiento que le brindamos a cambio?
Hombre-natura, relación infinitamente explicable de caos y saqueo por parte del hombre hacia su mayor fuente de riquezas, una relación de ayuda desigual, fundida en los lazos de falsa amistad si tenemos en cuenta el poco agradecimiento que retribuimos al contaminarla, explotarla e intentar relegarla y sustituirla por un poco de inteligencia artificial.
Este 5 de junio la Organización de Naciones Unidas dedica el festejo a la biodiversidad -tanto urgente como existencial-, eventos recientes como los incendios forestales en Brasil, California y Australia, la invasión de langostas en el cuerno de África y ahora el SARS-CoV-2 exponen los puntos sobre la mesa y dejan claro la necesidad imperiosa de restablecer y modificar las relaciones nuestras con el hábitat.
La biodiversidad, tema del 2020, es la base que sustenta toda la vida en la tierra y debajo del agua. Tiene relación con todos los aspectos de la salud humana. Proporciona agua y aires limpios, alimentos nutritivos, conocimiento científico y fuentes de medicamentos, resistencia a enfermedades naturales y mitigación del cambio climático, dañar un elemento de esta red afecta todo el sistema de vida y provocaría consecuencias negativas.
El Covid-19 es una triste realidad que demuestra que cuando destruimos la biodiversidad arruinamos a su vez el sistema que sustenta la vida humana, un eslabón afecta, sin dudas, la cadena. Alrededor del 75% de todas las enfermedades infecciosas emergentes en humanos son zoonóticas, lo que significa que se transmiten de animales a personas, esto es un mensaje claro pero que no acabamos de comprender.
La insatisfacción parece tener prioridad, se necesitarían los recursos de 1.6 planetas
Tierra para satisfacer a los seres humanos cada año, y de seguro si tuvieran esto, requerían una cantidad superior, esto significa que crear la conciencia real de la actualidad es vital para evitar que en la próxima década, una de cada cuatro especies conocidas se extingan y evitar también que siga creciendo el enorme abismo a pesar de estar cerca los unos con los otros.
Por: Elena Rosales Caballero (estudiante de Periodismo)
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