Varela, luz vanguardista de todo un pueblo

Reparar en este detalle pudiera parecer insignificante, pero me gusta pensar que en la vida nada es casual, que todo es por algo y con un fin. El calendario recuerda hoy, la muerte física de un cubano capaz de enseñarnos a pesar de los 168 años transcurridos: el Padre Varela, muere y no hacía un mes que había nacido el más universal, el Apóstol, ¿coincidencia o necesidad histórica?
Adelantado a su época siempre fue un pequeño perspicaz, en el año 1801 matricula en el Colegio San Carlos y San Ambrosio, uno de los más relevantes de su tipo en América Latina, en el que cursó Gramática Latina, Filosofía, Lógica Mayor y Teología, además de Lógica y Metafísica.
Simultaneando estudios se inscribe en la Universidad de la Habana en el 1804. Primeramente recibe el grado de Bachiller en Filosofía y Artes y el Bachiller en Teología, para luego obtener el Licenciado en Filosofía.
Desde los 24 años ejerció una labor docente magistral, sus inicios fueron en el seminario como profesor de Filosofía, Física y Ética, en donde prepara el primer laboratorio de física que tiene Cuba: cajas galvánicas, tubos de ensayo, máquinas neumáticas, sistema planetario móvil y otros instrumentos para la enseñanza de las ciencias mediante la experimentación.
Un hombre humilde y presto a enseñar a todos desde el más profundo sentido del razonamiento y decisión propios, quien a pesar de conocer a la perfección el latín elige renovar la enseñanza y educar mediante la utilización del español en sus clases y libros.
En su nombre descansa la suerte y el éxito de haber formado en las aulas del Seminario San Carlos a honorables hombres de su época; el reflejo de su labor es visible a través de personalidades como José Antonio Saco, Domingo del Monte, José de la Luz y Caballero y quien también fuera su discípulo Rafael María de Mendive el maestro de Martí.
La visión educativa de Varela trasgrede los límites del tiempo y se presenta necesaria hoy, como ineludibles preceptos y pautas generacionales, y al respecto legó:
“La necesidad de instruir a un pueblo es como la de darle de comer, que no admite demora…quien puede negar que es más ilustrado un pueblo en que todos saben leer y escribir “
Pues si de coincidencias están hechas las causas sin pruebas y argumentos fidedignos digamos que sí, que fue casualidad funesta pero llena de privilegio el que muriera un gran pensador para “dar paso” a otro. Martí es, indirectamente, el legado de Varela, el continuador de ideales de justicia y de avanzada, necesidad histórica para el destino de una Cuba que anhelaba pensadores transformadores, capaces de crear con ciencia arte y luz para la eternidad de un pueblo.
Por: Elena Rosales Caballero (estudiante de Periodismo)