Soca y el empuje de las Marianas de estos tiempos

Soca y el empuje de las Marianas de estos tiempos

28 marzo, 2021 Noticias 0

“En este mar de jóvenes universitarios cubanos arriesgando su vida en el enfrentamiento a la pandemia, ya sabía yo que en algún momento me iba a topar una foto de Adrián Soca Cardoso vestido de verde en Zona Roja o cumpliendo con alguna otra misión relacionada con el enfrentamiento a la Covid-19”, le dije a mi madre apenas me encontré esa imagen que les describí mientras navegaba por las aguas del Facebook.

Y es que conozco de su compromiso con la Universidad de Camagüey, la Revolución, la sociedad, de su decisión siempre de estar en cada tarea de impacto en la que el pueblo cubano lo necesite, por lo que al oficializarse su incursión como voluntario tampoco podía perderme la oportunidad de entrevistar a ese nuevo valiente.

A este joven profesor de Español-Literatura en la Facultad de Lenguas y Comunicación, lo motivó entrar al área de riesgo de unos de los centros de aislamiento de la UC, el hecho de provenir de una familia de mujeres fuertes, que no le temen a nada, de las que como expresó: “en los trabajos voluntarios piden la pala y no la escoba”.

“Mi madre y sus amigas construyeron cercas para el ganado, recaudaron dinero para los Juegos Panamericanos de La Habana o ayudaron en la construcción del que, décadas más tarde, sería mi preuniversitario. Y de ellas aprendí a no tenerle miedo a la vida, lo que realmente significa solidaridad, a estar en todo lugar en el que pueda contribuir. No podía seguir en casa sin ayudar cuando tenía la posibilidad de hacerlo”.

Seguidor y conocedor de la obra del Más Universal de los Cubanos y Héroe Nacional José Martí, este gigante de tamaño y corazón, cambió en estos días su pasión por el arte de las letras, por un montón de funciones de limpieza y distribución de alimentos, con las que hizo más placentera la estancia de muchos pacientes confirmados y en espera del resultado de PCR.

“Mi labor principal radicó en la entrega de la comida a los ingresados, limpiar los cuartos cuando concluye el proceso de altas médicas, velar por que todos los cubículos posean su pomo con hipoclorito, mantener mojados los pasos podálicos, entregar algún envío específico que necesite un enfermo y comunicar las necesidades de ellos a la administración y los doctores y enfermeras”.

Trabajar en la Zona Roja es peligroso para todos, pese al cumplimiento al pie de la letra de las medidas de protección y distanciamiento. No obstante, Adrián no olvidará jamás uno de los sustos más grandes que pasó en medio de esa faena y que accedió a contarnos.

“En el cuarto día de nuestra estancia, mientras repartíamos el almuerzo, se me rajó uno de los guantes. Inmediatamente abandoné el proceso y me mantuve alejado todo el tiempo. No sé cuántas veces me lavé las manos. Realmente no constituyó un verdadero peligro pues aunque estaba cerca de los pacientes no interactuaba con ellos directamente, pero en lo personal si fue una muy mala experiencia.

-Como motivador y aglutinador de las fuerzas jóvenes de la universidad camagüeyana, protagonista junto a ella en otras tareas como las relacionadas con la recuperación del poblado de Puerto Piloto, tras los embates del Huracán Irma ¿qué opinas de esta masa joven de voluntarios que arriesgan sus vidas para multiplicar otras en Zona roja?

-Creo que a veces no nos damos cuenta de la cantidad de personas buenas y entregadas que tenemos a diario en nuestro país, enroladas en sacar adelante a Cuba, a su pueblo. No me sorprendió verlos, pues a muchos de los integrantes de este grupo y de otros los conocía de años anteriores y sé que ante cualquier necesidad de la nación siempre se suman al esfuerzo por resolverla.

“Pero si quiero resaltar la presencia varios estudiantes de primer año, quienes todavía no se han sentado en un aula de la institución, que no han pasado sus primeros Taínos, que no suben a las tablas de los Festivales Culturales, pero están aquí. ¡Cuánta humanidad hay en esos bisoños!”

La historia de nuestros héroes se repite en miles de cubanos, hace más de 150 años, unos mulatos valientes de apellido Grajales, se empinaron como les pidió su madre y dieron su vida por la de muchos compatriotas. Hoy, el profe Adrián Soca, no alza el machete ni anda a caballo, no enfrenta a los españoles, no viste de mambí, pero sí viste de verde y también, impulsado por el coraje y el ejemplo de su madre, una Mariana de estos tiempos, pelea por la vida de los cubanos.

Por: Alexei Nápoles González

Fotos: Cortesía del Entrevistado

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