Contar con la identidad cultural para desarrollar el territorio

Sentirnos parte de algo siempra ha sido esencial para los seres humanos, pero, ¿tenemos plena conciencia de quiénes somos? ¿Damos suficiente valor a nuestras raíces? ¿Otorgamos a nuestras costumbres la importancia que se merecen? Estas y otras interrogantes suelen asaltar a quienes ven en la identidad cultural un recurso imprescindible en el fomento y gestión de nuestro desarrollo local.
Desde el Departamento de Psicología-Sociología de la Universidad de Camagüey, la profesora Auxiliar y MSc. Maydelin Annerys Olazabal Arrabal analiza cuestiones relativas a La identidad cultural como recurso local y su integración a la gestión del desarrollo territorial.
-¿En qué consiste su propuesta?
La propuesta profundiza en la dimensión cultural del desarrollo, pues centra su objetivo en la identidad cultural como recurso endógeno. Desde esta arista incursiona en sus características, capacidades y potencialidades, y en las formas de aprovechamiento y aporte a los procesos productivos, institucionales, de innovación o socioculturales de una localidad. También analiza sus posibilidades de integración a la estrategia de desarrollo municipal como principal instrumento de planificación, entre otras cuestiones que pueden guiar su análisis para la creación de proyectos de desarrollo local y otras toma de decisiones locales relacionadas con los procesos de gestión del desarrollo.
-¿Cómo entender la identidad cultural en el contexto camagüeyano?
Los diversos vínculos que se establecen en la propia relación entre cultura y territorio explican cómo desde la historia, el desarrollo de las bases productivas, el entorno natural, la relación con otras regiones, el lenguaje, los símbolos, el patrimonio, el arte, los valores y todo aquello que para los habitantes de una localidad tiene un sentido y un significado cultural compartido, se sostienen los elementos vivos que definen su identidad cultural.
En el contexto camagüeyano, está plasmada en sus costumbres, tradiciones, formas de saber hacer, conocimientos, lenguaje y habilidades propias de esas actividades productivas o la actividad colectiva en general que se desarrolla en el espacio de los barrios, las comunidades, las familias. En las maneras de decir, de hacer y en toda la heterogeneidad de especificidades culturales que la diferencian del resto de las regiones o provincias, e incluso en su propio seno, diferencian a una localidad de otra, a un municipio camagüeyano de otro.
Esa identidad cultural se debe entender además desde las particularidades de la producción artística y literaria de la región. En sus múltiples temas, símbolos y expresiones también se decodifica, de forma muy peculiar, las pautas culturales que generan, enriquecen y transforman la noción social del nosotros.
El patrimonio, sea material o inmaterial, al ser un referente de identidad cultural de grupos, comunidades, épocas y sociedades es también una manera viva de entender la adscripción cultural camagüeyana. Cada conjunto edificado, religión, oficio, ritual, tradición, producto típico (alimenticio, utilitario o de otra naturaleza), tiene en sus bases culturales una explicación precisa para entender las necesidades, el comportamiento, los gustos, intereses e incluso la solución a emergencias puntuales. Vale resaltar que estas emergencias evolucionaron hacia patrones y formas de convivencia de cada localidad, grupo social o época, y trascienden e impregnan el quehacer de nuestros días.
-¿Qué acciones evidencian el impacto de la identidad cultural en el desarrollo local?
En la planificación del desarrollo, las variables culturales se empezaron a tomar en cuenta con mayor relevancia luego que organismos y organizaciones como las Naciones Unidas y el PNUD, detectaran fallas en programas que obviaban el factor cultural en su diseño. Se advierte por ejemplo que las políticas que reconocen las identidades culturales y favorecen la diversidad, son viables y necesarias, ya que no originan conflictos, fragmentación, prácticas autoritarias, ni reducen los ritmos de desarrollo.
Si bien la identidad cultural se asocia con mayor énfasis a la gestión de proyectos socioculturales (sobre todo el patrimonio inmueble y algunas manifestaciones del patrimonio inmaterial), no se debe negar que otras modalidades de proyectos han aprovechado las especificidades culturales de zonas rurales y el patrimonio natural. Esto se aprecia, mayormente, en la gestión de cadenas productivas de turismo de naturaleza o ecoturismo, los conocimientos de los sistemas productivos locales en proyectos de producción de alimentos, así como los servicios de oficios tradicionales en proyectos económicos.
Su impacto se ha expresado a partir de los resultados del proyecto en el incremento del empleo y la capacitación en actividades autóctonas y servicios específicos, la revitalización de tradiciones productivas y la recuperación de espacios asociados a la práctica de actividades tradicionales. Se evidencia también en la vinculación de comunidades receptoras y entidades turísticas, la diversificación de la cartera de proyectos de la cadena productiva, el aumento del volumen de producción y otros.
Otros impactos pudieran extenderse al ámbito institucional, de la innovación o medioambiental y ser más profundo y diverso en el ámbito socio-económico si se lograra una gestión más integral del recurso, se ampliaran sus fuentes de diagnóstico, y se diversificara, a tono con las potencialidades del recurso en cada territorio, su orientación estratégica y su articulación dentro de las Estrategias de Desarrollo Municipal, según el análisis realizado como punto de partida de esta propuesta.
Aún queda mucho por hacer en este sentido. De nuestra sociedad -que construimos todos- depende mirar o no hacia nuestro desarrollo con un enfoque identitario. Mantener una visión donde el uso efectivo de los elementos que nos identifican sea el punto de cohesión no es tarea fácil, pero vale el esfuerzo general. El progreso está en nuestras manos.
Por: Osleydis Pérez Ferriel