El paladín de la juventud cubana en Camagüey
El 25 de marzo de1903, nació en La Habana, el joven más extraordinario de su tiempo: Julio Antonio Mella McPhartland. Por coincidencia histórica, ese día se conmemoraba el octavo aniversario de la firma del Manifiesto de Montecristi, por el cubano José Martí y el dominicano Máximo Gómez. En el documento se unían las dos naciones de manera simbólica y en Mella volvían a fundirse porque su padre era quisqueyano.
Es un orgullo para los camagüeyanos haber tenido recorriendo sus calles, admirando su arquitectura y su manera de hablar, a aquel joven, síntesis magistral del criollo, en cuyo pensamiento se conjugaron las ideas más avanzadas de su tiempo: la doctrina martiana y el marxismo.
En la Universidad de La Habana él y la Joven camagüeyana Oliva Zaldívar Freyre establecieron una estrecha relación como líderes de sus respectivos cursos en la Facultad de Derecho. Olivín le develó la realidad de su terruño y lo que acontecía en el Instituto de Segunda Enseñanza. En los documentos del Primer Congreso Nacional Revolucionario de Estudiantes se puede leer la denuncia de Mella contra el director del Instituto por acusar ante los tribunales al presidente de la Asociación de Estudiantes y al “catedrático de Inglés del Instituto de Camagüey, indigno mentor de la juventud, a la que corrompe con sus ejemplos inmorales y su degeneración (…)”.[1]
La lucha estudiantil contra la realidad cubana de su tiempo los unió también en la vida. Pese a la oposición de la familia burguesa, permeada de convencionalismos racistas y de clase, se casaron el 19 de julio de 1924, en la Ciudad de La Habana. La pareja pasó su luna de miel en Camagüey. Se alojaron en la residencia familiar en la Avenida de los Mártires No. 135, (hoy 372 de la Vigía donde radica una funeraria).
El 18 de septiembre de 1924 en un violento enfrentamiento entre los estudiantes del Instituto y la policía, hubo varios jóvenes lesionados. Julio A. Mella los apoyó con una carta condenatoria que dirigió a la opinión pública en la que expresó: “Los estudiantes sostienen que una ofensa a un estudiante es una ofensa a todos los estudiantes y, por esa razón, levantan su voz de protesta en apoyo a los estudiantes camagüeyanos. La fuerza pública ha penetrado en el hogar de la enseñanza… Lo menos que pueden pedir los compañeros de Camagüey es lo que piden: la renuncia del Director que no supo resolver el conflicto con su autoridad moral y tuvo necesidad de pedir la fuerza pública para atropellar a la juventud estudiosa”.[2]
En febrero de 1925 Julio Antonio Mella visitó la Ciudad de Camagüey, de tránsito hacia Banes, Oriente.
En 1925, ante la injusta acusación de terrorismo y la violación de sus derechos, Mella se declaró en huelga de hambre. A pesar de su embarazo, Olivín se mantuvo a su lado y movilizó a sus coterráneos para influir sobre el secretario de gobernación, el camagüeyano Rogerio Zayas Bazán, para salvarlo.
Numerosos telegramas enviados desde Camagüey exigían la excarcelación de Mella: Del Consejo de Veteranos; presidente del Club Rotario; presidente de “La Unión” obrera; del Ayuntamiento de Camagüey los Concejales, Consejo Provincial. El Comité de Damas de la Vigía dirigió dos telegramas: una petición a la madre de Machado, y otro de solidaridad al Comité Pro-libertad de Mella.
Cuando fue liberado por la presión nacional e internacional, junto a su esposa viajó subrepticiamente a Camagüey y se hospedaron en la casa de la tía, Ángela Mariana Zaldívar, fiscal de la Audiencia de Camagüey, en la calle Lope Recio.
Olivín lo acompañó en el exilio. Allí les nació una pequeña que no pudo sobrevivir a las penurias materiales y tuvieron que enterrarla clandestinamente por no poder pagar un funeral. La segunda niña a quien pusieron por nombre Natasha se crió en Camagüey.
“El Mussolini Tropical” movió cielo y tierra hasta lograr el asesinato de Mella, el 10 de enero de 1929, a traición, por la espalda, de la mano de dos matones a sueldo, pero su muerte no fue verdad porque había “cumplido bien la obra de la vida”.
A pesar de que, al producirse el hecho, Olivín estaba en Camagüey y Mella tenía otra relación, ella se reconoció como su viuda por siempre. Al concluir su Carrera de derecho viajó a México, investigó y demostró que su esposo había sido víctima de un asesinato político y no de un crimen pasional como trataron de hacer creer. Inscribió a la pequeña hija en el Registro Civil de Camagüey, con el nombre de Natasha Mella Zaldívar. En el juzgado de esta ciudad, Olivín logró que a Mella se le reconociera legalmente, el nombre que como un acto de rebeldía ante la hipócrita sociedad burguesa había adoptado: Julio Antonio Mella McPhartland.[3]
Los historiadores, Adys Cupull y Froilán González, a quiénes debemos una historiografía invaluable para el rescate de tantas verdades ocultas, donaron a la Universidad de Camagüey, fotos, documentos, libros y una de las mascarillas que existen de Mella, con el objetivo de que cuando se creara un museo dedicado a él, se colocaran esos materiales. Ese museo debe estar en la casa de La Vigía, donde hoy existe una funeraria. Los camagüeyanos tenemos que lograr con orgullo, tener ese lugar donde reverenciar y nutrirnos más de su savia. Es un paladín para estos y todos los tiempos, mientras exista el imperialismo y haya una injusticia que reparar en el mundo.
La Revolución ha hecho sus sueños realidad, pero su legado no ha perdido vigencia. Hoy como nunca su esclarecido pensamiento antimperialista y latinoamericanista es guía de la juventud revolucionaria que apuesta por Patria y Vida, pero como él, puede desafiar la muerte por mantener la Patria liberada. No olvidemos que sus últimas palabras fueron: “No importa muero por la Revolución”
Fuentes:
Mesa Palau, Daryen. Trabajo de Diploma del Licenciado (Resultado del proyecto de investigación del Departamento de Historia de la Universidad Ignacio Agramonte)
Rodriguez Portal, Edelmira. “tres Huellas en la Historia” en Revista Senderos de la Oficina del Historiador de la Ciudad de Camagüey. N°17. 2016.
Cupull, Adys y Froilán González . “Julio Antonio y Natasha Mella, Reencuentro al final del camino” Editora Alternativa Periodística S.A. de C.V. Ciudad de México. 2020.
[1] Mella, J. (1975) Documentos y Artículos. Acta de la Cuarta Sesión de Trabajos de Primer Congreso Nacional de Estudiantes, celebrada durante la noche del día 18 de octubre de 1923. La Habana: Ed. Ciencias Sociales. Pág. 537-538
[2] Colectivo, A. (1970) Índice Histórico de la Provincia de Camagüey 1899-1952. La Habana: Instituto del Libro. Pág.104.
[3] Por ser el resultado de una unión extramatrimonial entre Nicanor Mella y Cecilia McPhartland no pudo ser inscrito con el apellido de su padre y recibió el nombre de Nicanor McPhartland.
Por. MsC. Edelmira Rodriguez Portal, profesora del Departamento de Historia (UC)


