¿Quién dijo “tengo un nudo en la garganta”?

¿Quién dijo “tengo un nudo en la garganta”?

20 octubre, 2015 Artículos 0

educacion_pizarra_tizasPor: José Alemán Mesa (estudiante de Periodismo)

Justo al mediodía, luego de la cruzada aula-comedor, el atinado desafío: llevar manuales, documentos, palabras; apasionarse, aunque estemos cansados; escudriñar en el camino un sin fin de ideas que luzcan atractivas para introducir los contenidos y estar un poco ansiosos de ver a uno u otro de los alumnos para saber si están bien, dadas sus circunstancias personales…Y eso es poco, quien trabaja en la docencia a tiempo completo lo certifica, hay mil cosas más.

Educandos de la Universidad de Camagüey, pertenecientes al Contingente Pedagógico “Leonela Relyz Díaz”, apoyan la cobertura docente en la capital provincial. Múltiples anécdotas y enfoques refrenda el empirismo pedagógico que acompaña tal acción estratégica.

Al llegar a clases la respectiva motivación. Los alumnos, sonreídos por saber que el autor de la frase era un ahorcado, sacan sus materiales de estudio, y tras un momento de relajamiento impera el orden. Son simples herramientas praxiológicas que sabemos que por similitud etaria conviene usarlas.

No importan las camisas desabrochadas, los pantalones remangados, los peinados furiosos, para hacer reír aquellos rostros. Cuando se es joven universitario asumir la labor de dar y recibir clases es meritorio.

Se trata de un proceso de retroalimentación, en el que mientras se enseña, se aprende y construye el conocimiento propio. Asimismo, constituye un medidor de nuestros saberes y, hasta sin quererlo, metodologías obsoletas en la praxis pedagógicas se rejuvenecen. Ser docentes hoy implica más que nada recuperar la meta que se ha desdibujado un poco: la formación vocacional de los estudiantes.

Nuestro trabajo es a conciencia. Y a pesar de cualquier dificultad, es la vocación, el tesón y entusiasmo lo que nos permite comprometernos, trabajar día a día con las uñas para no quedarnos atrás y brindar una mejor educación a los estudiantes, basada en el afecto, respeto y la tolerancia. Simplemente no nos resignamos a que jóvenes como nosotros se rezaguen frente a la sociedad del conocimiento.

Ser maestro o maestra requiere mucho más que un encargo contractual, de un alegórico salario. Debemos ser conscientes de que para darle continuidad a la obra gigantesca de la Revolución es imprescindible el conocimiento y el desarrollo de habilidades y capacidades de acción en las nuevas generaciones. Es precisamente este nuestro principal aporte.

Dicen que uno aprende a ser hijo cuando los tiene, nosotros diríamos que hemos aprendido a ser alumnos porque ahora somos maestros. A la par se dan dos procesos: formamos y nos formamos, en aras de que todos seamos capaces de leer los contextos locales y globales que nos rodean y de responder a los retos de nuestro tiempo. Nuestra tarea se hace más importante si tenemos en cuenta que la formación de los ciudadanos del futuro es un compromiso, producto de la volatilidad de los nuevos desafíos y desarrollo que se experimenta tanto en el mundo científico tecnológico como en el de la ideas.

Para que no seamos nosotros los del nudo en la garganta, busquemos siempre nuevas estrategias para los diferentes prototipos de alumnos y preparemos constantemente una solución ante cualquier eventualidad o como se dice en términos coloquiales un plan B.

Reconocemos que ser docente no es un sencillo trabajo, del que muchos desconocen que se aprende a serlo también desde el mero ensayo y hasta del error. Nos agrada saber que antes de abrir un cuaderno siempre hay un pequeño o adolescente rostro que espera más, por y para eso allí estamos y permaneceremos.

¡Yo soy el maestro! Tomamos esta frase ascunciana para identificarnos con mucho engreimiento, y si alguna vez la inexperiencia pedagógica nos encierra, decir “Yo sí puedo”, como el método de alfabetización creado por “Leonela Relyz Díaz”, nos engrandece.

 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *