Osvaldo abrazó con el corazón

Osvaldo abrazó con el corazón

18 marzo, 2021 Noticias 1

¿Cómo negarnos al abrazo que nos quiera regalar un niño? Más cuando no hay lazos familiares, cuando es espontáneo, cuando el gesto pide compañía, fuerza, seguridad. Y es que rechazar precisamente las manos abiertas de un pequeño fue uno de los más difíciles momentos que vivió Osvaldo Nápoles Abreu como voluntario en el Centro de Aislamiento de la sede “Ignacio Agramonte” de la Universidad de Camagüey (UC).

El joven cumple por estos días el período de aislamiento, antes de retornar con PCR negativo y libre de la Covid-19 a casa y a sus funciones como docente e investigador que ya trabaja incluso en su Doctorado. En medio de esa desesperante espera, accedió a compartir vía online las experiencias que le dejó la Zona Roja en esta casa de valientes.

“La agudización epidemiológica de la provincia demanda de la contribución de todos los que puedan apoyar al personal de salud en esta batalla y esa situación y la intención de ayudar a los pacientes sospechosos de Covid-19, fueron las motivaciones principales por la que decidí vestirme de voluntario para desempeñar funciones de facilitador o personal de apoyo al servicio de asistencia al enfermo”, comentó.

Este profesor que imparte clases en la carrera de Licenciatura en Ciencias de los Alimentos en las aulas de la UC, acumula una amplia y destacada participación en tareas de impacto, como las que llevó a cabo en la recuperación de la universidad tras el embate del huracán Irma y las que realizó en los proyectos comunitarios en zonas complejas como los Coquitos y La Mascota.

También formó parte del contingente que efectuó un levantamiento de necesidades de atención a los adultos mayores del municipio Camagüey con vulnerabilidad ante el Coronavirus. Pero así de bonita y fundamental ha sido su entrega como voluntario.

“Cumplir con esta tarea me posibilitó conocer más al grupo de profesores y estudiantes que me acompañaron, su elevado sentido del momento, responsabilidad y solidaridad. Me permitió fortalecer sentimientos de humanismo y altruismo mediante el empeño ante el servicio brindado a los ingresados. Además, apliqué conocimientos relativos a mi formación profesional al propiciar que los enfermos recibieran los alimentos inocuos.

“Ahora, cuando regrese a mi hogar continuaré brindando consejos y experiencias por las plataformas virtuales y redes sociales a todas las personas que como yo decidan entrar en Zona Roja. Con lo aprendido, trataré de convertirme en un férreo promotor de las medidas de protección contra este virus”, agregó.

Durante dos semanas de bata verde, este muchacho fue un utility en el cuadro y los jardines de la Zona Roja, porque además de la limpieza de pasillos y locales y la distribución de alimentos, también preparó solución de cloro para desinfestar las manos, la envasó en recipientes para su uso, realizó labores de plomería en instalaciones hidráulicas de la residencia y regó las plantas y trasplantó algunas en mal estado para embellecer un lugar bañado por la tristeza.

Transitar por un sendero de tanto riesgo, sensibilidad, valentía, que roza y choca con barreras producidas por el miedo, inseguridad y desesperación de los pacientes, lógicamente que deparó vivencias difíciles para el entrevistado.

-¿Amargos momentos? Siempre llegaban con las noticias de confirmación de positivos  a pacientes a quienes minutos antes, habíamos servido alimentos y estaban en perfecto estado de salud. Por otro lado, nosotros éramos la primera cara que encontraban los pacientes para expresar las molestias y quejas al llegar al centro, y por ello abríamos la jornada, en ocasiones, con varios malos tratos.

“Sin embargo, me quedo con las buenas experiencias de que esas mismas personas que primero mostraron una actitud negativa, a la salida del centro con su alta médica nos aplaudieron con las manos y el corazón desde sus ómnibus, agradecidos por nuestro servicio; así también por cómo esos mismos enfermos o no, nos felicitaban por nuestra labor a través de la emisora Radio Cadena Agramonte.”

Osvaldo no quiso cerrar el diálogo sin agradecer específicamente el apoyo del decano de la Facultad de Ciencias Aplicadas, Isnel Benitez Cortés y la vicedecana Gretty Márquez, quienes casi todas las mañanas se posicionaban varios metros detrás de la línea que delimitaba el área de riesgo y a esa distancia le daban ánimo, hacían reír y elogiaban el trabajo de este equipo de valientes.

Y es que este profesor, como miles de cubanos, como miles de jóvenes universitarios, que han brincado para pintar de altruismo y nobleza la Zona Roja, sí le brindó ese abrazo, aunque no físico, al niño con el que comenzó la historia, porque le entregó como a muchos otros pacientes, muchas horas de esfuerzo, valentía y solidaridad para salvar sus vidas. Por supuesto que sí: Osvaldo abrazó con el corazón.

Por: Alexei Nápoles González

One Response

  1. María Caridad dice:

    Osvaldo, que valiente siempre, un abrazo.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *