“Pensar la familia en plural”

“Pensar la familia en plural”

7 octubre, 2021 Noticias 0

Desde la publicación de la versión 22 del anteproyecto del Código de las Familias, con vistas a su futura consulta popular y referendo, singular polémica ha suscitado en la población cubana en diferentes espacios como las redes sociales, los medios de comunicación y hasta en los diálogos cotidianos.

No obstante a la multiplicidad de criterios con relación al texto que aún transita por un camino de perfeccionamiento, la propuesta está atemperada a la realidad familiar de estos tiempos en la Mayor de las Antillas y a los paradigmas de igualdad, diversidad, no discriminación y justicia del proyecto social de la Revolución Cubana.

La nueva legislación reconoce el principio de pluralidad familiar, abrazando a todas las familias cualquiera que sea su forma de organización; ofrece a las mujeres una fuerte protección contra la violencia de género en sus diferentes manifestaciones; propone una mirada transversal hacia los derechos de las niñas, niños, adolescentes, adultos mayores y personas en situación de discapacidad, al tiempo que amplía sus horizontes en torno al complejo entramado familiar y el controversial tema de la adopción.

MÁS ALLÁ DE LOS LAZOS SANGUÍNEOS…

Aunque actualmente la adopción  no es un proceso masivo en Cuba, hoy confluyen diferentes familias tales como parejas heterosexuales, de igual sexo, madres y padres solteros y otros con decisión y capacidad para adoptar, asunto en el cual también se centra el nuevo código.

Así, según se esboza en este documento: “la adopción es una institución jurídica de protección familiar y social, de orden público, en función del interés superior de las personas menores de edad, y una forma de integración familiar que tiene por objeto garantizar su derecho a vivir en familia y asegurar su bienestar y desarrollo integral”.

En ese camino, se establecen como requisitos para la adopción haber cumplido 25 años de edad, hallarse en pleno goce de los derechos civiles y políticos y estar en situación de solventar las necesidades económicas del adoptado; además de valorarse el estado de salud, vínculo laboral y estilo de vida de los adoptantes, quienes han de tener por lo menos 15 años más de edad que los adoptados.

A partir del cumplimiento de esos requisitos se confecciona un expediente con toda la documentación y las verificaciones realizadas previamente, el cual será revisado por un equipo multidisciplinario compuesto por profesionales provenientes de las ciencias médicas, psicológicas, pedagógicas y sociológicas, y finalmente se dicta la resolución judicial que autoriza o no la adopción del menor.

SER PADRES NO ES SOLO FECUNDAR UN VIENTRE…

A juicio de la psicóloga Leticia Pastorrecio González: “el proceso de adopción puede traer beneficios  emocionales tanto para la familia como para los infantes, pues dicho núcleo velará por la educación y cuidado de esos niños y niñas, al tiempo que logrará satisfacer los roles de maternidad y paternidad”.

A su vez, comenta la especialista que “el nuevo código tiene un carácter profundamente humano y un amplio espectro, al brindar la posibilidad de adoptar no solo a las parejas heterosexuales que no han logrado tener hijos como se recoge en el documento vigente, sino también a mujeres y hombres solteros por citar un ejemplo, ávidos de dar afectos”.

 Asimismo para la experta, otro salto positivo de este texto lo constituye su pronunciamiento en torno a la gestación solidaria, la cual se autoriza judicialmente cuando en la misma intervengan personas unidas por vínculos familiares, en beneficio de mujeres con alguna patología médica que les impida la gestación, personas que presenten esterilidad, hombres solos ó parejas de hombres, siempre que no se ponga en peligro la salud de las personas involucradas y prohibiéndose cualquier tipo de remuneración económica.

Dicho documento, atemperado a los principios recogidos en la Constitución de la República,  destaca por ser novedoso, genuino y revolucionario (entendido en términos de avance), al romper con tabúes y arquetipos  patriarcales que solo reconocían a las familias hegemónicas; concluye la Licenciada en Psicología de nuestra casa de altos estudios.

HACIA UNA MIRADA INCLUSIVA Y DIVERSA…

Las familias actuales no son las mismas de cincuenta años atrás, expresión del  mosaico de nuestra sociedad cubana, cada vez más heterogénea, transnacional, divorcista, consensualista, con empoderamiento femenino, bajo índice de fecundidad y con una tendencia al envejecimiento poblacional.

Por eso se hace preciso pensar la familia en plural, lo cual no supone únicamente agregar la letra “s” a una palabra, sino llevar la visión tradicional de familia al nuevo escenario tan diverso, plural y democrático que hoy vivimos.

Aunque la fórmula de mamá, papá y nené ya no es la única cuando de construir familias se trata, abriendo paso a otros modelos mucho más ricos y parecidos a su tiempo, su esencia como célula básica de la sociedad sigue siendo la misma.

Y es que, cualquiera que sea su forma de organización,  entre los desafíos de  las familias sobresalen estar disponibles para nuestros niños y adolescentes, atentos a sus necesidades de primer orden, brindarles seguridad emocional, confianza, calor, que sientan la presencia de sus seres queridos, si bien no siempre desde la convivencia, sí desde los afectos.

Un largo camino queda aún por recorrer al actual anteproyecto del Código de las Familias, previo a su aprobación por la Asamblea Nacional del Poder Popular en diciembre venidero y a su posterior referéndum, el cual se nutrirá junto a los criterios especializados de los análisis y reflexiones de los cubanos y cubanas, hacedores todos del país que queremos en consonancia con nuestra cotidianidad y pluralidad.

En ese camino, se impone ver el nuevo texto desde una mirada holística, inclusiva, desprejuiciada, abierta y humana, donde prevalezcan el respeto y la sensibilidad hacia quienes más allá de los lazos sanguíneos, anhelan construir familias desde los afectos.

Por Indira López Karell

Fotos: Tomadas de Internet

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