Salud Mental en tiempos de Covid-19

Salud Mental en tiempos de Covid-19

17 octubre, 2021 Noticias 0

El mes que transcurre destaca por sus muchas fechas históricas y jornadas sustanciales para Cuba y el mundo, sin embargo queremos centrar la atención en una celebración en particular, el Día Mundial de la Salud Mental (que se conmemora cada 10 de octubre) por iniciativa de la Federación Mundial de la Salud Mental (WFMH, por sus siglas en inglés).

La conmemoración de este día evidencia la importancia que numerosas instituciones, departamentos de salud y organizaciones a escala mundial le otorgan al bienestar psicológico, emocional y social de los seres humanos, más en los tiempos actuales en que la humanidad ha debido enfrentar la altamente contagiosa y peligrosa enfermedad de Covid-19.

Pero… ¿qué se considera por salud mental? Comencemos por un concepto más general: el de salud. La OMS define que “la salud es un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades”. Y en tanto la salud mental es parte integral y esencial de la salud, una consecuencia importante de esta definición es que considera la salud mental como algo más que la ausencia de trastornos o padecimientos mentales. Comprender esto es valioso, pues no pocos suponen que el hecho de no padecer (tener diagnosticado por un especialista, psicólogo o psiquiatra) alguna enfermedad mental, indefectiblemente los hace poseedores de una adecuada salud mental.

Para ilustrar lo anterior proponemos tener en consideración algunos de los factores que pueden afectar su salud mental:

  • Factores biológicos: los componentes genéticos o la bioquímica del cerebro, si existen alteraciones en alguno de ellos y/o antecedentes patológicos familiares de problemas de salud mental.
  • Factores psicológicos: rasgos de la personalidad específicos que condicionan a una persona a ser más vulnerable a los trastornos mentales, la cosmovisión, creencias, etc.
  • Factores sociales: cambios sociales bruscos o acelerados, condiciones de trabajo estresantes, presiones socioeconómicas persistentes, identidades culturales, dinámicas de interrelación en la pareja, la familia, la escuela, el centro de trabajo, la comunidad, estilos de vida poco o nada saludables (incluye la alimentación, la práctica regular de actividades físicas o al aire libre, el consumo y/o abuso de sustancias psicotrópicas), experiencias de vida traumáticas (víctimas de abuso de cualquier índole, de desastres naturales o epidemias, etc.).

También el entorno y los factores medioambientales como: el ruido, la contaminación, la polución, el clima de violencia, la pobreza, bajos niveles educativos, entre otros, pueden ser determinantes de la salud mental.

Lo cierto es que no podemos ver por separado lo que en realidad va unido, el ser humano de la naturaleza, como si los seres humanos no fuéramos parte del todo natural y la naturaleza no fuera también parte de los procesos humanos; el alma y la mente del cuerpo, como si los procesos cognitivos de pensamiento, memoria, imaginación y los procesos afectivos y de la voluntad no iniciaran como acciones cerebrales, neurofisiológicas; las emociones del pensamiento y de la acción, como si el comportamiento no fuera reflejo de una expresión emocional y de una acción cerebral; el ser individual de su comunidad, como si una persona no incorporara de los demás _al compartir significados_ características a su propia identidad y sentido de la vida. Es por ello que muchos profesionales de la Psicología hablamos de salud y enfermedades psicológicas (términos que se emplearán en lo adelante) y no de salud mental.

Hasta aquí coincidirá en que todos, en algún momento o etapa de la vida (desde la niñez y la adolescencia hasta la adultez y la vejez), pudiéramos experimentar alguna alteración en nuestra salud psicológica.

Aprender a reconocer los signos inequívocos de que algo no anda bien puede ser difícil, así como de complejo resulta la comprensión de los procesos humanos, no obstante te presentamos a continuación algunas de estas señales:

  • Cambios en sus hábitos de alimentación y/o de sueño
  • Tener ninguna o poca energía, sensación de fatiga
  • Dificultad para realizar tareas diarias como cuidar a sus hijos, hacer el aseo del hogar o ir al trabajo o la escuela
  • Descuido de la higiene y aspecto personal
  • Presentar dolores y molestias inexplicables
  • Aislarse de las personas y actividades que disfruta
  • Sentirse vacío, sin esperanza, como si nada importara
  • Cambios de humor severos sin causa aparente, que dificulten sus relaciones interpersonales y sociales
  • Tener pensamientos rumiativos y/o ideas fijas (recuerdos, pensamientos que dan vueltas y más vueltas en su cabeza y que no puede sacar, ni controlar)
  • Dificultad para mantener la concentración
  • Fumar, ingerir bebidas alcohólicas o usar drogas más de lo habitual (si ya era una práctica adquirida) o comenzar a abusar de estas sustancias
  • Mostrar confusión, preocupación excesiva, miedo sin nada que justifique estas emociones
  • Pasar de un estado anímico a otro rápidamente, de triste a alegre, de asustado a tenaz, de enojado o molesto a apacible
  • Comportamiento irascible, llegando a ser agresivo cuando nunca antes había dado muestras de este tipo de conductas

Dentro de las más alarmantes:

  • Escuchar voces internas o creer cosas que no son ciertas
  • Pensar en lastimarse a sí mismo o a otros

Estos síntomas pueden manifestarse de manera ocasional, por ejemplo si Ud. se encuentra enfrentando una situación difícil que pudiera agotarlo y sobrepasar su capacidad para lidiar con ella, como: tratar de controlar una enfermedad crónica, cuidar a un familiar enfermo o tener deudas o problemas económicos serios. En adición pueden expresarse a largo plazo, si la situación altamente demandante se mantiene en el tiempo.

Si su salud psicológica se ve afectada por algún motivo se preguntará qué debe hacer. Lo primero, le recordamos que si es a causa de una situación temporal, la misma cambiará tan pronto como se revierta el problema, lo cual no quiere decir que no deba buscar ayuda especializada si considera necesario su apoyo; de hecho, lo más recomendable en cualquier caso es siempre buscar la asistencia de un profesional de la salud. Si no sabe por dónde comenzar, puede dirigirse a su médico de familia, el cual le orientará oportunamente dónde buscar la ayuda, a quién acudir. Puede utilizar el servicio de consejería telefónica, línea de apoyo psicológico 103, un servicio que es totalmente anónimo y gratuito.

Nuestro país cuenta además con un sistema de salud pública enriquecido con Centros de Salud Comunitarios en casi todos sus municipios, consultas externas en los hospitales docentes, generales y psiquiátricos, y servicios de atención psicológica especializada en los sistemas de salud secundario y terciario a los que Ud. puede acudir a pedir ayuda profesional.

Tenga presente que su salud psicológica puede restituirse parcial o totalmente en dependencia del nivel de funcionamiento en el que se encuentre; los trastornos que corresponden a un estado psicótico pueden mejorar con tratamientos medicamentosos, psicoterapia y apoyo psicosocial, evitando episodios y periodos de crisis, pero únicamente pueden tener una completa recuperación las patologías concernientes a los niveles psicopático y neurótico. En todos los casos sólo especialistas de la Psicología y/o Psiquiatría pueden diagnosticar y aplicar los tratamientos correspondientes, ya que una persona puede entrar momentáneamente en un estado neurótico o psicótico sin por eso estar enferma, la morbilidad se considera solamente cuando al menos el 40% del tiempo promedio de vida en más de tres días consecutivos, una persona se encuentra en estado neurótico o psicótico.

Pero como todo en materia de salud, la prevención es el método “ideal” para evitar la enfermedad, o como se dice en buen cubano, “poner el parche antes de que caiga la gotera”. Las acciones preventivas, anticipatorias, constituyen la mejor medicina en contraposición a los tratamientos de la enfermedad, sobre la base de que la salud psicológica y el bienestar son esenciales para el pleno desarrollo de nuestras capacidades individuales y colectivas (de pensamiento, comportamiento, interrelación con los otros, productividad, disfrute). En este sentido, el Estado cubano potencia desde políticas y programas sociales y de salud, la promoción, prevención y restablecimiento de la salud en general  y la salud psicológica de sus ciudadanos, a partir de la protección y el respeto de sus derechos civiles, políticos, socioeconómicos y culturales, programas que respaldan la creación de entornos y condiciones de vida que le permitan a las personas adoptar y mantener modos de vida saludables y la garantía de acceder a los servicios de salud de manera gratuita, incluido el de la atención a la salud psicológica; acciones en las que se integran no sólo el sistema de salud, sino el de la educación, el trabajo, de justicia, seguridad social, la vivienda, entre otros, dándole una visión intersectorial a la protección de la salud psicológica de la población.

De igual forma Ud. puede ayudarse a sí mismo y contribuir a la prevención de enfermedades psicológicas, que ineludiblemente lo afectan en primer orden. ¿Qué hacer? Te dejamos algunas recomendaciones generales y sencillas para el autocuidado de su salud psicológica:   

Come sano

Descansa, duerme bien (entre 6 y 8 horas diarias)

Dedícate tiempo, cuida de tu higiene personal, de tu apariencia física, arréglate (hombres y mujeres por igual, sin discriminación por género)

Cuida tu salud física (si padece Ud. de alguna enfermedad crónica, recuerde consumir los medicamentos en su justo horario, así evitará descompensarse)

Practica algún deporte o realiza ejercicios físicos, preferiblemente al aire libre (caminar es una excelente opción, sobre todo si te haces acompañar de algún amigo, familiar o tu pareja)

Limita el tiempo que dedicas al trabajo y/o estudio, ello evitará sobrecarga y estrés, no saber cuándo parar puede ser alto perjudicial para su salud 

Realiza actividades que te produzcan bienestar, felicidad (leer, escuchar música, bailar, organizar, pasear)

Aléjate de todo aquello que no te permite crecer (incluido personas, relaciones, situaciones, sentimientos, trabajo)

Pasa tiempo de calidad con la familia y los seres queridos (el amor debe ser recíproco, de lo contrario no produce sino malestar)

Expresa tus sentimientos claramente, habla de ellos sin reservas (preferentemente con alguien que te produzca seguridad y confianza), las emociones inexpresadas no se apagan, se proyectan siempre luego de peores formas

Comunícate de manera asertiva, utiliza palabras constructivas (las mismas pueden ser altamente motivadoras y reductoras de estrés)  

El buen humor y una actitud positiva ante la vida son los mejores aliados de una equilibrada salud psicológica, rodéate de personas con sentidos del humor y de la vida positivos, las emociones son transmisibles y de esta manera te nutrirás con ellas 

Emplea la meditación, técnicas de respiración y/o relajación o cualquier otra estrategia de regulación emocional que conozcas o te funcione

Sé agradecido y haz favores sin importar a quién, la utilidad es un elemento protector por naturaleza de la salud psicológica    

Y, siempre que lo necesites busca ayuda profesional (reconocer señales de malestar, permitirse pedir ayuda, aprender a hacer un alto para atender estas afecciones, son una forma de regulación interna que favorece la estabilidad de la salud psicológica).      

A modo de conclusión, lo exhortamos a tener siempre presente que no existe salud física sin salud psicológica, “el cuerpo sano es el producto de una mente sana”, invierta en su salud psicológica tanto o más como en su salud física, no sólo vaya al gimnasio o practique deportes, sino que viva, ría, disfrute y ame intensamente, la relación costo-efectiva de esta inversión es suprema. Y recuerde que sólo gozando de una buena salud psicológica podrá en primer lugar, ser consciente de sus propias capacidades y recursos personales, afrontar las dificultades inherentes de la vida, trabajar de manera productiva y ser capaz de contribuir a su comunidad, su sociedad, su país.

Por: Leticia Pastorrecio González (Psicóloga de la Dirección de Comunicación Institucional-UC)

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