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10 diciembre, 2021 Artículos Noticias 0

Hoy es 10 de diciembre, hoy el mundo celebra el Día Internacional de los Derechos Humanos, pero, ¿por qué? Pues gracias a su Declaración Universal, documento que marca un hito en la historia de los derechos humanos.

Elaborada por representantes de todas las regiones del mundo con diferentes antecedentes jurídicos y culturales, la Declaración fue proclamada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en París, el 10 de diciembre de 1948 en su (Resolución 217 A (III)) como un ideal común para todos los pueblos y naciones. La Declaración establece, por primera vez, los derechos humanos fundamentales que deben protegerse en el mundo entero y ha sido traducida a más de 500 idiomas.

La DUDH, como también se le conoce, por sus siglas, es ampliamente reconocida por haber inspirado y allanado el camino para la adopción de más de 70 tratados de derechos humanos. Estos tratados se aplican de manera permanente en la actualidad a nivel mundial y regional (todos contienen referencias a ella en sus preámbulos).

La Declaración representa en palabras “el ideal común por el que todos los pueblos y naciones deben esforzarse, a fin de que tanto los individuos como las instituciones, inspirándose constantemente en ella, promuevan, mediante la enseñanza y la educación, el respeto a estos derechos y libertades, y aseguren, por medidas progresivas de carácter nacional e internacional, su reconocimiento y aplicación universales y efectivos, tanto entre los pueblos de los Estados Miembros como entre los de los territorios colocados bajo su jurisdicción”, explicita el propio documento.

Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros, enuncia el primer Artículo de la Declaración. Sabemos de sobra que no ha sido así… no la parte de la fraternidad, por lo menos.

En un entorno de guerras por poder, por recursos naturales, por supremacía política y, a la larga -o a la corta-, por más poder, las naciones con menor desarrollo económico se han llevado la peor tajada en esto de la igualdad y dignidad de derechos. La máxima de comportarse fraternalmente los unos con los otros parece evaporarse cuando entra al juego decidir si ceder para ayudar o intervenir para controlar. Es aquí cuando los continentes históricamente vilipendiados vuelvan a sangrar por la herida, como es el caso de América Latina, cuyos pobladores recibirán ayuda humanitaria de la ONU para 2022, según pronostica dicha institución.

América Latina y el Caribe es la región más desigual del mundo y la segunda más propensa a los desastres, factores a los que se han aunado los estragos causados por la pandemia de COVID-19 que, además de una crisis socioeconómica que aún no se ha remontado, ha dejado en la región el 30,3% de las muertes provocadas por el coronavirus en el mundo, pese a que sólo el 8,4% de la población mundial vive en ella. De acuerdo con datos de Naciones Unidas, más de 13 millones de personas de la región latinoamericana y caribeña recibirán una ayuda que no ha podido concretarse en décadas anteriores y que naciones en mejores condiciones socioeconómicas no han querido brindar.

La Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de las Naciones Unidas (OCHA, por sus siglas en inglés) incluyó a seis países (Colombia, El Salvador, Guatemala, Haití, Honduras y Venezuela) en sus planes de asistencia para 2022, asignándoles un total de 1692,5 millones de dólares de su llamamiento global. El objetivo de esos planes es llevar ayuda de emergencia a un total de 13,38 millones de personas en esos países, una cifra que no alcanza siquiera a la mitad de la población necesitada, calculada en 27,9 millones.

La inestabilidad climatológica y los altísimos niveles de violencia en estas naciones son algunos de los factores que hicieron saltar la alarma internacional. Además, la Oficina señaló a la pandemia de la COVID-19 como elemento catalizador de la pobreza, el desigual y poco acceso a las vacunas, los desplazamientos masivos, la inseguridad alimentaria y la ya mencionada violencia en la región. Aunque las operaciones de ayuda humanitaria ya comenzaron este 2021, se prevé que el 2022 no sea suficiente en cuanto a la ayuda y apoyo que deben recibir estas naciones en específico, y la región, en general.

Para que se entienda mejor: los Planes de Respuesta Humanitaria para estos países, lanzados en el entorno de este año y el próximo, han recibido, hasta el momento, el 11% de los fondos solicitados. En el caso de Venezuela, por ejemplo, la ayuda opera con un déficit del 63%.

Entonces, cabe pensar, en un contexto violento y cambiante como el clima, ¿se respetan los derechos humanos? ¿se cumplen las garantías ajenas, se escuchan todas las voces, hay fraternidad entre naciones? ¿Hay una verdadera fraternidad entre naciones?

La Declaración Universal de los Derechos Humanos establece como tales la seguridad de cada persona, el reconocimiento de su personalidad jurídica en cualquier parte del mundo, la igualdad de los seres humanos ante la ley, la capacidad de protegerla, la no discriminación, la soberanía, la libre circulación, la libre emigración, la oportunidad de formar una familia, el matrimonio consensuado, el respeto de la propiedad individual, y otros derechos que aseguran el pleno ejercicio de la individualidad, de forma justa en cada rincón del planeta.

Ya las regiones con menor desarrollo hemos analizado en más de una ocasión cuánto se incumple con estos estatutos. Es tiempo -desde hace tiempo- de que se establezca un orden social e internacional en el que los derechos y libertades proclamados en esta Declaración se hagan plenamente efectivos, para que se cumpla el Artículo 28.

Como toda persona tiene deberes respecto a la comunidad, puesto que sólo en ella puede desarrollar libre y plenamente su personalidad, y como somos también parte de una comunidad mayor llamada Tierra, cada quien puede hacer la diferencia. La mayor, la que cuenta, la material, queda por aquellos que violan los DDHH con su sola visión del mundo y su comportamiento narcisista.

“En el ejercicio de sus derechos y en el disfrute de sus libertades, toda persona estará solamente sujeta a las limitaciones establecidas por la ley con el único fin de asegurar el reconocimiento y el respeto de los derechos y libertades de los demás, y de satisfacer las justas exigencias de la moral, del orden público y del bienestar general en una sociedad democrática.

Estos derechos y libertades no podrán, en ningún caso, ser ejercidos en oposición a los propósitos y principios de las Naciones Unidas”.

Lo dice el Artículo 29.

Por: Osleydis Pérez Ferriel

 

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