Lázaro Peña: líder genuino de la clase obrera cubana …
A juicio del intelectual cubano Juan Marinello, fue Lázaro Peña “expresión exacta y culminante de nuestro genio popular”, pues con una manera sencilla y natural supo ganarse el respeto y admiración de las masas y las movilizaba para cuanta tarea fuera necesaria.
Hijo de una despalilladora y huérfano de padre, desde muy temprana edad tuvo que sortear los caminos de la vida y abandonar su sueño de ser violinista para ganarse el pan de cada día.
Apenas con diez años ya andaba entre los desposeídos, al convertirse en aprendiz de herrero, carpintero, y albañil y más tarde como constructor y operario en una fábrica de tabacos, rutas que lo condujeron a granjearse la simpatía del proletariado, en cuyo seno conoció la ideología marxista- leninista.
Y no solo la aprendió, sino que la llevó a la práctica como dirigente comunista y sindical que organizaba huelgas, enfrentaba a patronos y desenmascaraba a opresores y traidores, como en la Huelga de agosto de 1933 contra el tirano Gerardo Machado, donde extendió su liderato a los paraderos de ómnibus y tranvías de la Víbora.
En 1934, cuando ya era miembro del Comité Central del primer Partido Comunista, es electo secretario general del Sindicato de los Tabaqueros y miembro del Comité Ejecutivo de la Confederación Nacional Obrera de Cuba (CNOC).
Fue Lázaro Peña quien junto a otros luchadores obreros emprendió la titánica tarea de cohesionar a todos los trabajadores cubanos, idea que marcó la génesis de la Confederación de Trabajadores de Cuba (CTC), en 1939.
La autoridad, el prestigio, honradez y agudeza política reconocidas en él por las masas, le hicieron merecedor del voto para ocupar la Secretaría general de esa organización.
Desde entonces fue aun mayor su vínculo con los de su clase en mítines, desfiles, fábricas, talleres y asambleas donde más allá del discurso, dialogaba de tú a tú con los que sudaban la camisa, a quienes guió, representó y defendió ante los gobiernos burgueses de turno y el imperialismo yanqui.
Y es que Lázaro Peña fue un antiimperialista por excelencia, al alertar sobre los peligros que acechaban a Cuba a solo noventa millas del gigante de las siete leguas.
Hoy, a 110 años de su natalicio, el Capitán de la clase obrera cubana vive multiplicado en millones de hombres y mujeres que desde nuestros hospitales ante el complejo escenario epidemiológico, desde el taller, la fábrica, el surco o cualquier puesto laboral, lo recuerdan como ese líder genuino e inconmensurable de los trabajadores.
Por: Indira López Karell
