Premio a la vocación, la sensibilidad y la entrega al magisterio

Premio a la vocación, la sensibilidad y la entrega al magisterio

14 diciembre, 2023 Entrevista Noticias 0

Más que una vocación, enseñar es parte de su esencia, de esa que regala sensibilidad y amor por la naturaleza. Así asume el magisterio Marisela Guerra Salcedo, galardonada con el Premio Nacional en la Enseñanza de la Biología 2023.

Conversar con esta profesora, pequeña de tamaño pero con un alma inmensa, sencilla,  persistente, apasionada por la historia y la biología, enamorada del amor, de la vida y de las mariposas, es descubrir matices en la sensibilidad. El reciente lauro resultó un excelente pretexto para conocer más sobre su vida.

¿Siempre tuviste vocación por ser profesor?

Siempre. De pequeña jugaba y protagonizaba roles de maestra. En ello influyeron mis abuelos con sus historias sobre mi bisabuelo, José Salcedo López, quien fuera un reconocido maestro nuevitero, director por varios años de la escuela pública José Miguel Tarafa, en la actualidad sede del Gobierno Municipal. Sin dejar de mencionar la influencia de los excelentes docentes, que me dieron clases e influyeron en mi vocación por el magisterio.

 ¿Y por qué específicamente en la especialidad de Biología?

Porque es una ciencia bella, apasionante, integral; porque amo la vida y ella la estudia en toda su magnitud. También, por los excelentes maestros de Biología que tuve en mi trayectoria como estudiante.

Cuéntanos de tu experiencia como estudiante y como integrante del Contingente Pedagógico Ernesto Che Guevara

Mi vida como estudiante la recuerdo con alegría y satisfacción, fui aplicada y estudiosa. Al concluir los estudios preuniversitarios en el “Álvaro Morel Álvarez”, institución insigne de la provincia, me incorporé al VI Contingente del Destacamento Pedagógico Manuel Ascunce Domenech y opté por la Licenciatura en Educación Biología.

En 1977, ingresé en el Instituto Superior Pedagógico “José Martí”. Siendo estudiante de la carrera fui alumna ayudante de Pedagogía. Por el índice académico logrado realicé Trabajo de Diploma, con el tema “Moluscos del supralitoral rocoso de Puerto Manatí, Las Tunas en tiempo de sequía” y participé en el Fórum Nacional de Estudiantes de Ciencias Pedagógicas en el que obtuve el premio al trabajo de mayor originalidad. En mi trayectoria estudiantil combinaba el estudio y mi afición por el arte, declamaba en todos los actos, incluso, siendo estudiante universitaria asistí al Festival Nacional de Artistas Aficionados de la FEU.

A los tres meses de estudio en el instituto, fui seleccionada para cumplir misión internacionalista en la República Popular de Angola, como miembro del Primer Contingente Pedagógico Internacionalista Ernesto Ché Guevara. Fue una bella e inolvidable experiencia, significativa e importante en mi vida. Nunca me había separado de mis padres, era estudiante del primer año de la carrera, contaba solo con 18 años de edad y la situación en ese país era difícil por las acciones contrarrevolucionarias realizadas por la UNITA. Qué sensaciones expresaba mi rostro al subir al avión, cuando un funcionario del Estado cubano, con gesto tierno, tocó mi cabeza, me deseo suerte y me dijo “Triunfarás”, fue mi gran y única despedida al partir.

En Angola, me ubicaron en Luanda, donde impartí clases de Biología a trabajadores, en horario nocturno. Por el día realizaba labores educativas con estudiantes de secundaria básica. En esta etapa, obtuve excelentes resultados en la preparación de la asignatura, en portugués y en las clases que me visitaron los asesores cubanos. Recibí muchas expresiones de cariño de mis alumnos angolanos, de maestros que añoraban un uniforme como el nuestro para impartir clases, de los festivales culturales con los soldados cubanos que cumplían misión en ese hermano país. En uno de esas actividades, en homenaje al 2 de diciembre, presentamos una dramatización dirigida por el inolvidable actor Manuel Porto, quien cumplía misión militar. A partir de los resultados alcanzados en la misión, obtuve la condición de vanguardia.

¿Cómo te sentiste la primera vez frente a un aula?

La primera vez frente a un aula fue siendo estudiante del Instituto Preuniversitario “Álvaro Morel Álvarez”, como miembro de una Brigada Pedagógica, en función de la cual impartí Biología en la Secundaria Básica “Alfredo Álvarez Mola”. Muy nerviosa me puse, pero lo superé y pude hacer lo mejor, de acuerdo a mis posibilidades en ese momento. En la actualidad, me encuentro con algunos de los que fueron mis alumnos, a los que le impartí clases, hoy personas maduras, y siempre me recuerdan.

¿Cómo ha sido desde entonces?

Ha sido una entrega total a la docencia. Una constante superación académica e investigativa, durante los 42 años de trabajo, siempre en la educación superior. En la universidad pedagógica comencé a laboral una vez graduada. Allí crecí profesionalmente, aprendí de excelentes directivos y profesores, que también me habían dado clases en los años de estudiante.

Fui coordinadora de año, jefa de disciplina, jefa de carrera, integrante de la Comisión Nacional de Carrera, obtuve el título de Máster en Didáctica de la Biología y luego, Doctora en Ciencias Pedagógicas. Toda una labor colmada de noches de desvelos para dar lo mejor de sí en cada clase y en todas las tareas que en el orden pedagógico, metodológico y científico-investigativo he realizado. Pero, a pesar de la experiencia y preparación adquirida, siempre que me enfrento a un nuevo grupo de pregrado o posgrado, siento el mismo nerviosismo que la primera vez, el cual me ha servido de acicate para perfeccionar mi desempeño profesional.

Alguna experiencia que quieras compartir

En la década del 90, en la antigua Universidad Pedagógica, como parte del trabajo, colaboraba con la FEU en la realización de los festivales culturales y en los juegos CAONAO. En una ocasión, los estudiantes me invitaron a participar en un mitin, al cual asistí. Fue una sorpresa para mí, que en este me fuera conferido el reconocimiento “Premio para un Maestro” que otorgaba esta organización a los docentes.  Sentí una gran alegría, por el honor que representa el ser reconocido por sus estudiantes. Siempre recuerdo ese día con regocijo.

Marisela, la de las mariposas, en una forma de rebautizo por su incansable empeño en pos del Mariposario de Camagüey, Proyecto internacional coordinado por la profesora que promueve el manejo sostenible de esta especie, con connotación para la biología, la educación ambiental y la capacitación ambiental comunitaria, con enfoque de género y cuenta con financiamiento del Programa de Pequeñas Donaciones del Fondo Mundial para el Medio Ambiente y del Fondo Nacional de Medio Ambiente.

¿Qué representa para ti obtener el Premio Nacional de Enseñanza de la Biología?

Recibir el Premio Nacional de Enseñanza de la Biología fue una sorpresa, pero también una gran emoción y alegría. Representa un compromiso profesional como docente, con la Cátedra “José Ramón Rodríguez Angulo” de la Universidad de Ciencias Pedagógicas “Enrique José Varona”, que me seleccionó. Con mis estudiantes y, particularmente, con el colectivo de profesores del Departamento de Biología, el Centro de Estudios de Gestión Ambiental y con la Jeja de Carrera Lina Campos Martínez, quienes me propusieron y elevaron la propuesta. A todos ellos, les agradezco y les aseguró que nunca les fallaré.

¿Cómo describiría Marisela el magisterio en su vida?

Una de las decisiones más atinada de mi vida. El magisterio es mi razón de ser, la mayor satisfacción, la entrega y el eterno compromiso profesional con los que fueron y son mis estudiantes.

Cuando la vocación es parte de tu esencia, enseñar es un regalo.

 

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