Martí por siempre  

Martí por siempre  

28 enero, 2023 Noticias 0

Cuando el viernes 28 de enero de 1853 en La Habana, la canaria Leonor Pérez y Cabrera alumbró a su primogénito, a quien bautizaron como José Julián, había nacido el cubano que sería, para todos los tiempos, el hombre que simboliza los más altos valores de la nación; en él se encarna la patria amada, él es la esencia de Cuba.

José Martí  fue un hombre de actos pero indudablemente también un hombre de expresión, enseñó como nadie que “Hacer es la mejor manera de decir” según expresara en “El carácter de  la Revista Venezolana” el 15 de julio de 1881, en él se conjugan la creación artística y la política como un haz, pues como ha reconocido Cintio Vitier, la política fue para Martí un asunto del alma.

Al realizar un acercamiento  a la vida y obra del Héroe Nacional cubano,  se revela que la búsqueda permanente de la justicia y la unidad, su fe en el mejoramiento humano y en la utilidad de la virtud, el decoro como eje de la ética, su proyección de una república nueva con todos y para el bien de todos, su fórmula del amor triunfante, el necesario establecimiento de la república moral en América, tan urgente hoy;  su afán de echar la suerte con los pobres de la Tierra, su antirracismo  hasta los tuétanos, su conceptualización de la armonía y el equilibrio del mundo,  su capacidad para absorber y trasvasar indagaciones de diferentes áreas del conocimiento, su concepción de la ciencia al servicio de la paz, el bien y progreso humanos, su antiimperialismo raigal y defensa permanente de la autoctonía de la que llamara nuestra América, su maestría en el dominio de la lengua, unido a su manera particular de convertir en imágenes artísticas sus visiones, hacen de él un paradigma ético, cultural y patriótico; lo hacen un maestro de pueblos,  razones que motivan la inmensidad de seguidores que en el mundo y particularmente en  Latinoamérica tienen sus ideas, las que  se asumen, no solo como legado, sino como  línea directriz,  con la certeza de que en ellas  y por ellas es posible encontrar respuestas a muchas de las claves del mundo actual y propician que incluso  la UNESCO  honre uno de sus premios con el nombre del Apóstol de la independencia cubana.

El universo cultural, patriótico y ético que se acumula en la obra del Maestro y su legado son pilares sobre los que se sostienen, indiscutiblemente, no solo la nación cubana, sino muchos hombres y mujeres de bien en todo el orbe. La labor fundacional  de José Martí se ve peraltada, además,  por  su vínculo con diversas culturas debido a   su permanencia en otros países a los que llega como resultado de la deportación  que sufre por defender sus ideas de independencia y justica  o para estar cerca de la familia, o encontrar mejores recursos y aliados para una nueva guerra libertaria en Cuba.

En el pensamiento del Héroe Nacional es de notar el sentido de espiral que  conforma sobre  lo nuestro-americano, para Martí  el problema ya no solo es Cuba, es un problema  continental, de esencia,  en que la revelación de las fuerzas internas de nuestras naciones debe estar aparejada a un conocimiento profundo de nuestra realidad, de su espíritu y formas, de su historia y desiderátum, de asumirnos como un proceso de creación no concluso, cercenado por la conquista y colonización pero con características distintivas propias, no solo en lo étnico  sino en el empuje, la poética, la economía, la historia, la fantasía y la esperanza, en la capacidad para  autoperfeccionarnos y rehacernos en estas tierras americanas, en la tendencia a la búsqueda del equilibrio entre la moderación y el ímpetu que resultará en el establecimiento de una nueva realidad.

La clave en la conformación conceptual de lo nuestro-americano que proclama  el prócer cubano, radica en la defensa de la autoctonía, en su revelación, en dar a conocer los valores intrínsecos de nuestros pueblos y en  resaltar sus potencialidades, en no copiar modelos ajenos, en respetar lo natural, y defender la soberanía, todo ello en las líneas directrices de  sus postulados éticos,  creativos, revolucionarios  e integracionistas de tanta vigencia hoy.

El  hombre que regresa desde Venezuela a los EE.UU  1881, donde  transcurrirán los últimos  quince años de su vida y  donde avizorará los riesgos que todavía hoy  nos amenazan, es el mismo y a la vez diferente, su espiral ideológica y cultural sigue en ascenso para rematar en una etapa de colosal sacrificio personal, vida agitada y febril, comprensión de los cambios imperialistas que derivarán en cambios y peligros económicos y por ende políticos, época  de nuevos proyectos por hacer para Cuba y América, época en que  trabaja incansablemente para unir  lo disperso y lo diverso de la emigración cubana, nuclearla en clubes patrióticos, crear su obra ideológica  suprema: el Partido Revolucionario Cubano y proyectar y organizar la que llamara guerra de amor, la Guerra Necesaria por la redención cubana.

Hoy, a 170 años de su natalicio, cuando las amenazas externas emanadas desde los centros de poder  con su apetito avasallador y voraz  perduran en la América nuestra  y en lo  interno el aldeanismo y el desarraigo persisten, cobran fuerza los postulados del Maestro, se hacen imprescindibles los estudios y difusión de su ideario por su sentido  de brújula,  su permanente futuridad  que refuerza que  persistamos en la construcción del deber ser nacional y continental con la alerta tenaz porque el “pulpo” sigue amenazante y usurpador.

Ahora cuando el neoliberalismo y las fuerzas neofascistas  pretenden enraizarse  en nuestros pueblos, cuando la tergiversación y la contracultura navegan por las redes digitales, cuando los pillos, los deshonestos, los vagos,  los que odian y destruyen quieren abatir a los que aman, trabajan, fundan y sueñan, se alzan como lanzas defensoras por la ética y el patriotismo  las ideas martianas en su medular discurso de Tampa el 26 de noviembre de 1891en la certeza de que:

[…] O la república tiene por base el carácter entero de cada uno de sus hijos, el hábito de trabajar con sus manos y pensar por sí propio, el ejercicio integro de sí y el respeto, como de honor de familia, al ejercicio íntegro de los demás; la pasión, en fin, por el decoro del hombre,  ̶ o la república no vale una lágrima de nuestras mujeres ni una sola gota de sangre de nuestros bravos. Para verdades trabajamos, y no para sueños.

Por: Dr. C. Matilde Teresa Varela Aristigueta

Sociedad Cultural José Martí

Filial Camagüey.

Universidad de Camagüey

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